El plan permitió realizar un acompañamiento real desde el inicio de la condena, en el que se pudo pesquisar con mayor prontitud las necesidades inmediatas de los internos, además de efectuar un monitoreo permanente de las condiciones carcelarias de los condenados.

Fuente: Defensoría Penal Pública

A seis meses de iniciada la puesta en marcha del nuevo modelo universal de Defensa Penitenciaria de la Defensoría Penal Pública, correspondió a los defensores regionales y jefes de estudios realizar la primera evaluación. Ella se basó en antecedentes concretos del funcionamiento de los pilotos penitenciarios en las seis regiones pioneras y sus respectivos centros de detención.

A través de una encuesta realizada a los funcionarios y funcionarias de la Defensoría, Fiscalía, Gendarmería y Poder Judicial, se pudieron levantar datos relevantes que dieron cuenta de los aciertos del modelo, así como las buenas prácticas a replicar.

En este sondeo también se pudo constatar que realizando un acompañamiento real, desde que se inicia la condena, se pueden pesquisar con mayor prontitud las necesidades inmediatas de los internos.

BUENAS NOTICIAS
En el momento de evaluar el programa y sus objetivos, la valoración fue positiva. Así lo explica el abogado Alejandro Gómez, del Departamento de Estudios y Proyectos (DEP).

“Son buenas noticias, porque lo que se revisó fueron los números y estos indican que, donde se está implementando el piloto hay un efecto positivo en la idea de la universalidad de la defensa, porque se está atendiendo y llegando a más personas”, precisó.

Al mismo tiempo, indicó que existe consenso en que las mejoras a realizar al proyecto consisten en “la relación entre defensa general, es decir, el defensor que lleva la causa durante el proceso penal, y la sentencia y la comunicación posterior con el defensor penitenciario”, explicó.

Por su parte, la jefa de Gabinete, Claudia Vergara, quien también integra la mesa penitenciaria, valoró los resultados del piloto y complementó que otro aspecto que se puede mejorar en el modelo de defensa radica en las regiones, en “la relación con Gendarmería, y que se involucren más las tríadas regionales con los equipos que forman parte del proyecto”.

UNIVERSALIDAD DE LA DEFENSA
Quien profundizó en esta evaluación fue el jefe de Estudios de la Defensoría Penal Pública, Pablo Aranda, que recordó que el modelo tiene cuatro ejes, “dos de los cuales ya veníamos trabajando hace tiempo, que son la protección de los derechos humanos y el enfoque en la reinserción”.

Ahora, agrega, se sumó la universalidad de la defensa, donde el piloto arrojó que un alto número -cercano al 100%- de todos los condenados, castigados con pena privativa de libertad, reciben una entrevista con el equipo penitenciario de la Defensoría y su equipo completo durante el primer mes, “haciendo un acompañamiento permanente a los internos, aunque no tengan requerimientos de un defensor”, comentó.

-¿Cómo ha funcionado el modelo universal de Defensa Penitenciaria en las regiones pilotos durante los últimos seis meses? 
El piloto muestra que hay una mayor actividad de defensa en las regiones donde se implementó, aumentando los requerimientos en un 300%. Se evidenció que hay que ampliar la dotación de defensores penitenciarios. Hubo aumento de requerimientos en personas atendidas y disminución de hechos de violencia por parte de Gendarmería. Importante fue la participación de las tríadas regionales, donde hay roles que tienen que cumplir.

-¿Están conformes con los resultados que se dieron a conocer?
Sí. No solo nosotros, pues Gendarmería también está conforme porque efectivamente hay una presencia institucional que legitima el actuar de ellos. Como equipo de la Defensoría Nacional estamos todos conformes.

-¿Y ahora qué viene?
Queremos sistematizar esta evaluación para poder presentarla a un presupuesto exploratorio y comenzar a crecer en este nuevo modelo de defensa penitenciaria. Y que la dotación que hoy trabaja en el piloto quede de manera permanente. El desafío es la implementación del resto de las actividades del modelo y la instalación del plan en otras regiones, para llegar paulatinamente a nivel nacional. 

En esta primera etapa, el modelo universal de defensa penitenciaria se desarrolló en los centros penitenciarios de Alto Hospicio (Tarapacá); Rancagua (O’Higgins); Talca (Maule); Chillán (Ñuble); Femenino de Santiago (Metropolitana) y en todos los recintos penales de la Región de Aysén.