«Hemos sido testigos de hechos recientes, que ameritan que, desde este lugar, volvamos a recordar la importancia que tiene una judicatura independiente para asegurar nuestra forma de vida, moderna, civilizada, respetuosa de las libertades y los derechos”. Así partió el discurso que dio ayer el presidente de la Corte Suprema, Guillermo Silva, durante el juramento de abogados y en el que defendió la importancia de la independencia judicial.

Sus palabras se dieron a horas que se conociera de la apertura de una investigación por amenazas contra el juez de Garantía de Temuco, Federico Gutierrez, quien estuvo a cargo de la audiencia de formalización de Martín Pradenas, imputado de violación y abusos sexuales contra cinco víctimas, entre ellas la joven Antonia Barra, quien se quitó la vida luego de haber denunciado la agresión.

Tras una extensa discusión, el magistrado desestimó la prisión preventiva del indagado, decisión que gatillo protestas y la publicación de su dirección particular en redes sociales, por lo que el Ministerio Público determinó medidas de protección. Ya ayer, la Corte de Temuco revocó la resolución y dispuso la reclusión de Pradenas.

«Sin independencia judicial (…) el régimen de derechos, la seguridad jurídica, la presunción de inocencia, la proscripción de la arbitrariedad, la igualdad y la libertad, serían meras afirmaciones livianas e hipotéticas, desprovistas de contenido y de correlato en la realidad», sostuvo Silva. Recalcó que esta independencia «no es una teoría formal ni una expresión aparente», sino que una «garantía ineludible que tenemos todos los ciudadanos de un país y un ordenamiento que nos respeta», consigna Emol.

Agregó que desde temprano los jueces aprenden a lidiar con voces pronunciadas por actores sociales, a las que se agregó en el último tiempo la de redes sociales, medios y, «en ocasiones, grupos de personas fastidiadas, enfadadas, estimuladas, quizás, por los deseos de venganza o movidas por instintos y emociones todavía sin procesar».

«Todas estas voces, estas posiciones, estos intereses, podrían revelar, a veces, opiniones y sentires valiosos y comprensibles, y su expresión y la crítica que ellos llevan aparejadas son esperables en un Estado de Derecho; forman parte de un sistema democrático, en el que sus instituciones rinden cuenta permanentemente», sostuvo.

Y añadió: «Pero de ningún modo, y quiero ser enfático en esto, pueden constituir una presión ilegítima a la decisión del juez, no pueden condicionar la deliberación ni la sentencia. Sucumbir a esa presión externa, de esas variadas voces, las de quienes tienen, de una u otra manera, más poder -las más de las veces-, constituiría un fracaso de nuestro sistema jurídico y de nuestra civilización».}

Silva cerró su discurso indicando que, si bien la libre expresión y crítica ciudadana es esencial en una sociedad democrática, «ninguna duda existe que nada tiene ello que ver con la amenaza, el amedrentamiento o el señalamiento ofensivo personal de los magistrados y su labor jurisdiccional, realizado de cualquier modo, y muchas veces sin conocer los antecedentes del proceso, las motivaciones de la resolución y menos aún el Derecho».