El jueves 26 de diciembre había un ambiente de celebración en la sala del Pleno de la Corte Suprema. La reproducción de villancicos cantados por crooners se escuchaban por todo el segundo piso del Palacio de Tribunales. Funcionarios y ministros del máximo tribunal celebraban la Navidad con un cóctel, todo matizado con un pequeño discurso del actual presidente Haroldo Brito y su sucesor en el cargo —quien asumirá el 6 de enero—, Guillermo Silva.
Uno de los magistrados que no estaban en la celebración era Lamberto Cisternas, quien a esa hora caminaba junto al presidente de la Corte de Apelaciones de Santiago, Javier Moya. Ambos salían por la puerta que da a la explanada de calle Compañía. La ausencia dejó entrever que la fractura en las relaciones de Cisternas con algunos de sus pares seguía sin sanar. El magistrado había planteado en una entrevista en ‘El Mercurio’ que se debían realizar elecciones a partir de propuestas para la postulación a la presidencia del máximo tribunal, pidiendo que se terminara con la tradición de que fuera elegido en el cargo el supremo con mayor antigüedad.
El momento en que Cisternas y Silva se enfrentarían llegó finalmente el 18 de diciembre, día en que se realizó la elección.
Altas fuentes del máximo tribunal manifestaron que Cisternas esperaba que Haroldo Brito, u otro magistrado, propusiera que los candidatos dieran a conocer sus posturas.
Pero eso no ocurrió. ‘El presidente Brito entregó la papeleta. No hubo nada más’, contó uno de los magistrados.
Así se concretó la votación, imponiéndose Silva por amplia mayoría. ‘Ha vuelto a primar esta tradición y ojalá lo siga haciendo en la elección de presidente’, comentó el juez ganador ese día de la elección.
Días más tarde, Cisternas renunció a la vocería, dando un paso al costado por no tener apoyo en sus propuestas. Algunos ministros consultados indicaron que se esperaban más apoyos hacia el magistrado derrotado y que por lo menos hubiera algún tipo de debate de ideas. Incluso, hay ministros que se arrepienten de ni siquiera pedir la explicación de las propuestas de Cisternas y Silva al Pleno.
La decisión, finalmente, reorganizó las fuerzas al interior del máximo tribunal.
Ese jueves Silva se retiró conversando por el pasillo con Gloria Ana Chevesich. Y el lunes pasado, la propuso para la vocería, iniciativa que siempre es del nuevo Presidente y que el resto del pleno acepta de inmediato, como fue en esta oportunidad. Silva quería para el cargo a una mujer y ella además es apegada a la tradición. También fue crítica a la idea de Lamberto Cisternas de abrir postulaciones.

El debate constitucional
Uno de los temas que se han discutido en los pasillos del Palacio de Tribunales es el papel y participación que tendrá el máximo tribunal en 2020, año en que se hará el plebiscito para definir si Chile debe tener una nueva Constitución, lo que podría marcar el inicio de un proceso para la elaboración de una nueva Carta Magna.
Ante esto, Silva planteó su postura frente al proceso de reformas, también el pasado 18 de diciembre. ‘Pretendo enfrentarlo de la mejor manera posible, y todos los cambios que puedan venir en materia legislativa en que sea necesaria la opinión de la Corte Suprema, la vamos a dar. Es muy difícil separar el cargo de ministro de la Corte Suprema, de la Corte Suprema misma, entonces no quiero aventurarme a dar una opinión que a lo mejor mis compañeros no comparten’, señaló en esa ocasión.
Una de las propuestas que serán manifestadas para su votación en el primer pleno —luego de que asuma Guillermo Silva el cargo mañana 6—, de acuerdo a uno de los supremos consultados, será la elaboración de una comisión enfocada en la reforma constitucional. El propósito de esta iniciativa se basa en que la Corte debe tomar un rol proactivo y no encontrarse con medidas o cambios a los que no puedan reaccionar. En esa línea, algunos ministros plantean que en el proceso constituyente podrían verse enfrentados ‘a propuestas de miembros de la convención constituyente como el Consejo de la Judicatura’.
Carlos Aránguiz, ministro que pasó de la Tercera a la Primera Sala del máximo tribunal en 2020, manifestó que se debe ‘adoptar un rol más activo en la proposición de la reforma del orden institucional, en especial en lo referente al Poder Judicial. También seguir con la modernización de la gestión judicial, para ponerla realmente al servicio de la gente, lo que hemos venido haciendo con nuestros medios y sin el apoyo de los otros poderes del Estado. No tenemos una opinión como Pleno acerca de la conveniencia o no de una nueva Constitución, tratamos de mantener nuestra independencia a toda costa’.
Otro de los supremos consultados indicó que generaron un poco de preocupación entre sus pares las palabras de Silva en torno a la nueva Constitución, en cuanto a que la Corte Suprema entregará su opinión cuando ‘sea necesaria’, porque lo interpretaron como que está cerca del grupo de magistrados que estiman que solo hay que entregar su postura si es solicitada, es decir, apuntan a una actitud más pasiva.
‘Si hay una nueva Constitución, es lógico que algo va a pasar con el Poder Judicial. No hay que extrañarse de que algunos ministros del Pleno digan que no hay que apresurarse, porque se tiene que ver si se aprueba o no en el plebiscito. Hay otros que son muy dados a esperar’, dijo un magistrado de la Corte Suprema.

El ala menos conservadora retrocede
¿Cómo quedaron reorganizadas las fuerzas dentro del máximo tribunal tras la incursión de Cisternas? Ese análisis lo han realizado algunos magistrados consultados y concuerdan en que la idea de hacer una elección fue catalogada como ‘un paso en falso’ del exvocero del máximo tribunal.
El efecto concreto que habría generado este debate público sobre mantener o no la tradición que asuma el ministro con mayor antigüedad fue de ‘apertura’ de una temática que internamente no era tocada.
Sin embargo, en lo práctico, el escaso apoyo en el Pleno hacia Cisternas, sumado a que ningún otro magistrado pidiera que diese a conocer sus propuestas en el Pleno antes de la votación, debilitó el ala menos conservadora de la Corte Suprema, sector donde estarían jueces como Cisternas, Ángela Vivanco, Sergio Muñoz y Carlos Aránguiz. Estos tres últimos magistrados pertenecen a la Tercera Sala de la Corte Suprema, la que se encargaba de los temas relacionados con garantías constitucionales. Aránguiz, en 2020, dejará esta sala y se sumará a la Primera Civil.
Muñoz, que era parte del Comité de Modernización del Poder Judicial, instancia en que se analizan los grandes proyectos como nuevos tribunales o cambios de tramitación, pasó para el próximo año al de Personas, enfocado al personal del Poder Judicial, instancia con un área de influencia interna mucho menor.
Es así que, con la elección de Silva, parte de los magistrados concluye que se optó por un juez con un perfil más conciliador, que sigue en la misma línea de Brito, pero con un gran apego a la tradición y los códigos del Poder Judicial. Todos recalcan que es tranquilo. Lo importante, más que su personalidad, indica uno de los magistrados, es cómo manejará todos los cambios y las discusiones durante el proceso para la nueva Constitución.
‘El ministro Guillermo Silva es aun más prudente que el actual, y creo que va a ser más fácil construir diálogo. Con Haroldo Brito hemos tenido dificultades y desencuentros, pero siempre dentro de un ambiente dialogante. Creo, y es mi opinión personal, que Silva representa mejor al Pleno que Brito’, manifestó Aránguiz.
Otros supremos dan cuenta de que con la actual alineación de fuerzas, más cercanas a lo tradicional y apegadas a los códigos internos, no hay mucho espacio para los jueces de corte menos conservador y tradicional y que buscan cambios. Por eso, señalan, la vocería de Gloria Ana Chevesich.
Esta situación puede cambiar en dos años más, dado que habrá supremos que dejarán sus cargos por cumplir 75 años, como es el caso ahora de Cisternas en abril. Además se puede dar que en la elección del presidente de la Corte en 2021 puedan aparecer candidatos más fuertes, como por ejemplo Sergio Muñoz.
Para algunos supremos, la aventura de Cisternas pudo haber servido para abrirle el camino a otro magistrado, y fue una nave de exploración que tenía por objetivo poner el debate sobre terminar con la elección por antigüedad. Bajo todo este escenario, el máximo tribunal enfrentará en 2020 un proceso complejo y los magistrados están atentos a cómo se desenvuelve el proceso constituyente, siendo la primera prueba el plebiscito de abril, en que se verá cuánto apoyo a los cambios hay en la ciudadanía. Un debate interno que puede volver a cambiar las fuerzas al interior del Pleno de acuerdo a los lineamientos que podría tener la Convención Constituyente.

Fuente: El Mercurio