Un encendido debate existe entre algunos ministros de la Corte Suprema por la carta que les envió, el pasado viernes, el vocero del máximo tribunal, Lamberto Cisternas, en que cuestionaba la antigüedad como fórmula de elección para la presidencia y, además, les anunciaba su candidatura al cargo.
Un grupo de supremos, que prefirió no realizar declaraciones públicas, calificó de ‘inconsecuencia’ la postura del magistrado, ya que él ha votado por antigüedad en ocasiones anteriores. Así ocurrió, por ejemplo, en la última elección de 2017, en que optó por el actual presidente de la Suprema, Haroldo Brito.
De hecho, algunos supremos —antes de conocer sus declaraciones en la entrevista que concedió a ‘El Mercurio’— manifestaron su preocupación por el tono de la misiva que recibieron. Y, de ellos, dos decidieron expresar su opinión abiertamente: Carlos Aránguiz y Arturo Prado.
‘Tengo la mejor opinión de Guillermo Silva, a quien conozco más de 40 años y es un magistrado notable, tal vez uno de los que tienen los mayores méritos entre los supremos. En él se juntan los dos requisitos para ser presidente: mérito y antigüedad’, puntualizó Aránguiz.
El ministro, ya en la elección de 2017 había explicitado su posición durante las Jornadas de Reflexión del máximo tribunal, donde la mayoría escogió por antigüedad. En esa ocasión, Aránguiz planteó que los presidentes debían ser elegidos por mérito además de antigüedad.

La misiva con que se puso en carrera
En la carta, el portavoz y supremo Lamberto Cisternas decía a sus pares: ‘No creo que sea suficiente la sola antigüedad; pues si no va acompañada de las características señaladas, significa otorgar una especie de cheque en blanco’. Ello, aludiendo a que quien asuma debería previamente contar al Pleno en qué asuntos enfocará su gestión.
Con ello rompía con la tradición ‘del más antiguo’ y comenzaba su campaña de cara a las elecciones del próximo 18 de diciembre. De no ser elegido, debe retirarse en abril. Cumple 75 años, que es la edad tope para integrar la Corte Suprema. Si consiguiera los votos, su permanencia en el cargo se prorrogaría hasta el término de su mandato. Es decir, un año y nueve meses más.

Aprensiones de un supremo
El ministro Arturo Prado comentó, por su parte, que, ‘sin duda, el ministro Silva Gundelach no solo cumple con el requisito de la antigüedad, sino que cuenta con el mérito de ser un extraordinario y laborioso magistrado, socialmente reconocido por la comunidad forense por una carrera precedida de una rectitud a toda prueba, de un agudo, macizo y pulcro razonamiento en sus fallos, y un conocimiento extendido del Poder Judicial, al haber servido las diversas funciones desempeñadas en distintas y a veces apartadas localidades a lo largo del país, siempre con probada sabiduría, vocación de servicio, y desde luego, indiscutido liderazgo’.
También planteó algunas aprensiones. ‘El tema que está en el fondo de esta campaña —la cual sorpresiva e inexplicablemente se ha ido externalizando— se traducirá en una lamentable politización de la Corte Suprema’, dijo, al tiempo que agregó: ‘De ahí que la tradición adoptada de seguir la antigüedad tiende a evitar el desorden y proteger a una institución clave para la nación de este desvarío, a la vez que mantiene la neutralidad de un órgano que está para resolver los problemas de la gente, con independencia, ojos vendados y apego a la ley, tratando de no contaminarse con la encendida atmósfera de la política cotidiana’.

Otras excepciones en elecciones anteriores
Con todo, no sería esta —de ocurrir— la primera vez que el Pleno de la Corte Suprema opta por un ministro que no es el más antiguo.
Por ejemplo, en 2017, candidatos con mayor antigüedad que el actual presidente, Haroldo Brito, comunicaron que no tenían interés en el cargo y se marginaron de la elección.
Lo mismo ocurrió en noviembre de 2013, cuando el más antiguo era el ministro Nibaldo Segura, pero él se restó de la elección por razones de salud, siendo elegido Sergio Muñoz, que le seguía en el escalafón.
Antes, en 2011, el Pleno decidió en favor de Rubén Ballesteros y no de Jaime Rodríguez, quien jubilaba antes de cumplir el período de dos años en la presidencia. También se ‘saltaron’ la tradición de antigüedad en 2000 y 2007, entre otras.