El presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito, se refirió al valor que tiene la imparcialidad del abogado como deber ético, en la ceremonia de juramento de nuevas y nuevos abogados realizada este miércoles 25 de septiembre en el Salón de Honor.

En su discurso, la autoridad se centró «en la fe ciega en el compromiso del abogado con los intereses de sus representados», señalando que «rara vez se advierte que tal deber de compromiso, aunque existe, posee límites; de un lado, para la actuación de los abogados, y del otro, para la consideración social de la profesión».
El presidente Brito indicó que ello no debe entenderse como una contradicción sino de una coordinación: «En cada caso o asunto en que un abogado presta sus servicios se encuentran dos deberes que se limitan recíprocamente: el de lealtad (o parcialidad), por el cual el abogado ha de «obrar siempre en el mejor interés de su cliente» y el de imparcialidad, que pone límites a ese compromiso ético de lealtad y en algunos autores aparece con otros nombres tales como «deber de objetividad» o «deber de desinterés».
Agregó que la imparcialidad del abogado se trata de «poder prestar un servicio profesional con objetividad, sin que medien las consideraciones personales del abogado, ni la antipatía o impopularidad que pudieren provocar sus servicios en el tribunal, la contraparte o la opinión pública».
«Sin este deber de imparcialidad los abogados podrían fácilmente perder su independencia y ser identificados con sus clientes; lo que desde luego impediría un ejercicio libre de la profesión» finalizó el presidente de la Corte Suprema.
Esta fue la quincuagésima novena ceremonia del presente año, ascendiendo a 2812 los profesionales titulados a la fecha.