En un fallo que revierte décadas de política migratoria en Estados Unidos, la Corte Suprema de ese país autorizó la aplicación en todo el territorio de una nueva norma del gobierno de Donald Trump que impide a la mayoría de los migrantes centroamericanos solicitar asilo. La orden anula temporalmente un fallo de una corte de menor instancia que había bloqueado la nueva política de protección a migrantes en algunos de los estados fronterizos con México. La medida pretende negar el asilo a cualquier persona que pase por otro país en su recorrido hacia Estados Unidos, sin solicitar protección allí primero.
La mayoría de quienes cruzan la frontera son centroamericanos que huyen de la violencia y la pobreza en sus países, y —de acuerdo con la nueva regla— la mayoría de ellos no podrán pedir asilo en el país, al igual que los solicitantes que vienen de África, Asia y Sudamérica, quienes llegan con regularidad a la frontera con México. ‘La Corte Suprema de Estados Unidos concede una gran victoria para la frontera sobre el tema del asilo’, tuiteó Trump tras conocerse el fallo. Las magistradas Ruth Bader Ginsburg y Sonia Sotomayor, en tanto, expresaron su desacuerdo con la orden del máximo tribunal. ‘Una vez más, el Poder Ejecutivo ha emitido una norma que busca anular las prácticas de larga data con respecto a los refugiados que buscan resguardarse de la persecución’, escribieron en un documento.
El gobierno ha sostenido que desea reducir la disparidad entre los exámenes iniciales de asilo, que la mayoría de los solicitantes aprueban, y las decisiones definitivas en que el beneficio es denegado a la mayoría de las personas. Quienes solicitan asilo deben comprobar que ellos enfrentan un ‘miedo creíble’ en su país (desde persecución política a violencia criminal), lo que una vasta mayoría logra evidenciar. Pero de acuerdo con la nueva política, los solicitantes no pasarían la prueba a menos de que hubieran pedido protección en al menos uno de los países por los que viajaron y se los hubieran denegado. Los que no aprueben serían colocados en procedimiento rápido de deportación y trasladados en avión a sus países de origen. Si bien la nueva medida enfrenta un recurso de apelación presentado por un tribunal federal, el caso no volvería a la Corte Suprema en varios meses.

Rechazo mexicano
Tras conocerse el fallo, el gobierno mexicano demostró su oposición a la ‘impresionante’ medida aprobada en Estados Unidos. En una conferencia de prensa, el canciller Marcelo Ebrard dijo que México tiene una política de asilo diferente y que nunca implementaría un fallo como el que ordenó el tribunal estadounidense. ‘Nuestra política de refugio, de asilo, es una tradición en México y en México no implementaríamos este tipo de restricciones’, aseguró Ebrard, quien añadió que ‘Estados Unidos tiene una política migratoria durísima. La resolución que tomó la corte es impresionante en el impacto que va a tener’.
Ebrard se negó a explicar cuál sería ese impacto, y dijo que tenía varias reuniones previstas para tratar de evaluar las consecuencias del fallo del alto tribunal para el país. Pero la medida probablemente impulsará a más migrantes centroamericanos a tratar de ingresar ilegalmente a Estados Unidos con ayuda de los traficantes de personas —los llamados ‘coyotes’— o a solicitar asilo en México, que ya tiene más solicitudes de las que puede manejar.
El gobierno mexicano se resiste a acordar con Washington ser un tercer país seguro, lo que obligaría a los migrantes a solicitar asilo ahí antes que en EE.UU., pero la sentencia de la corte logra el mismo resultado en forma unilateral. Ayer, el Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, dijo que había hablado por teléfono con Trump el día anterior, y destacó que el mandatario estadounidense reconoció los esfuerzos de México y que las relaciones bilaterales eran muy buenas.