Haciendo honor al lema de su escudo, ‘Rancagua renace de sus cenizas, porque su patriotismo la inmortalizó’, la capital de la Región de O’Higgins busca superar el estigma de la corrupción que la empaña a raíz de los casos investigados en su Corte de Apelaciones, donde por primera vez en la historia nacional el Ministerio Público formalizó a un ministro del tribunal de alzada.
A este caso se suman las investigaciones contra el fiscal regional Emiliano Arias y contra el mismo persecutor de la causa, Sergio Moya, que a su vez se agregan a otros casos, como la presunta malversación en el Teatro Regional; el bullado caso Caval (2015), y el histórico caso Coimas (2005), hechos que nada tienen que ver con el ‘patriotismo’ que ensalza su escudo.
Según especialistas locales, estos sucesos afectan -aunque en grados que no es posible medir de manera objetiva- la confianza empresarial y en las instituciones, obstaculizando la inversión y el emprendimiento, y también el ánimo de los ciudadanos, ya que ‘no es una cuestión grata’, explica el gerente de la Corporación de Desarrollo Pro O’Higgins, Braulio Guzmán. Estos polémicos hechos ‘afectan la confianza y el clima de negocios, el ambiente para la inversión se ve afectado por el clima de desconfianza. Además, afectan la fe pública’, agregó.
En tanto, los rancagüinos se apuran en aclarar que gran parte de los involucrados en los polémicos casos son ‘foráneos’, y que solo trabajan o tienen sus actividades en la ciudad.
Para el sociólogo Francisco Larraín, el fenómeno responde a que existe ‘una ética de la ventaja corta y sin relación con la comunidad, donde a las personas les importa más lo que les afecta directamente, personalmente, antes que lo que nos afecta como grupo. Entonces, la gente mayor, que tiene apego a Rancagua, la gente que habla de la ‘histórica ciudad’, la que sabe la historia de cómo se fundaron las villas, es la más afectada’.
En cambio, el común de la gente, especialmente los jóvenes -que llegan a trabajar a la ciudad- toma estos hechos con humor, pero más allá de ello ven en estos casos una advertencia de lo que está prohibido hacer, precisa Larraín.
La voz de la calle es más crítica, ya que el comentario de la gente es ‘adornado’ con duros epítetos al reclamar por las situaciones denunciadas a través de los medios de comunicación.
‘La gente se enoja, rabea un poco y mueve la cabeza lamentando los titulares, pero termina tomándolo a la broma, esperando la próxima noticia, que seguramente será peor’, comenta Rogelio Poblete, suplementero, instalado en uno de los puntos estratégicos del centro de la ciudad.
Sin embargo, el presidente de la Cámara Regional de Comercio, Servicios y Turismo de O’Higgins, Rodrigo Zúñiga, afirma que ‘está el convencimiento de que generalmente todos los problemas de gravedad que se generan en Chile se olvidan rápidamente. No sé si será para ‘bloquear’ lo malo y seguir adelante, o solo que queremos tener mala memoria’, y añade que ‘la única forma de superar estos problemas es aprender de ellos y trabajar en protocolos para que no se vuelvan a presentar’.
El sentir general de los habitantes de la capital de O’Higgins es que, ‘así como surgió, el escándalo se irá apagando y se olvidará’. Pero, añaden, ‘seguirá latente, porque la corrupción no se acabará ni en Rancagua ni en Chile’.

Fuente: El Mercurio