La Corte Suprema de Estados Unidos desestimó el lunes, por 5 votos contra 4, un recurso planteado por un condenado a muerte que alegó que una enfermedad rara que padece combinada con la inyección letal podría provocarle un «dolor grave» durante la ejecución, con el argumento de que la Constitución no garantiza una muerte «indolora».

El reo es Russell Bucklew, quien apeló a la Octava Enmienda de la Constitución que prohíbe los «castigos crueles» con el argumento de que padece hemangioma cavernoso, una enfermedad que le ha causado tumores en la cabeza, el cuello y la garganta. La combinación de este cuadro con la inyección letal de pentobarbital provocaría la ruptura de estos tumores y su ahogamiento en su propia sangre, lo que supondría un «dolor atroz

El juez Neil Gorsuch explicó en nombre de la mayoría que la Octava Enmienda «no garantiza una muerte indolora al prisionero, y tampoco se les garantizó a mucha otra gente, incluidas las víctimas de delitos capitales».

Además, alegó que el método de ejecución propuesto, el de gas nitrógeno, no garantiza un mejor resultado que el de la inyección letal. Igualmente argumentó que Bucklew lleva ya más de 20 años en el corredor de la muerte y que las víctimas del delito «merecen una pronta aplicación» de la pena.

El voto contrario de los cuatro jueces liberales critica la negativa a aceptar métodos alternativos de ejecución y recuerda que se han dado ya varios casos en los que años después de los delitos surgen nuevas pruebas que exculpan a los condenados. Bucklew fue condenado a muerte en 1996 por el secuestro y violación de su ex novia, Stephanie Ray, y por el asesinato de Michael Sanders, un vecino que le acogió.

La ejecución de Bucklew estaba prevista para 2014. En los últimos años el apoyo a la pena de muerte en casos de asesinato ha ido decayendo en Estados Unidos, pero en la última encuesta de Gallup quienes respaldan la pena capital son aún mayoría, un 56 por ciento de la población, frente al 41 por ciento que rechaza las ejecuciones.