En su segunda Cuenta Pública, y la 101° del Poder Judicial, el presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito, abordó distintos temas que marcaron la agenda pública y judicial de 2018, así también como algunas preocupaciones.
Informó así un aumento en el ingreso de causas en comparación al año pasado, y que a la fecha hay 2.184.500 resoluciones pendientes. En el caso de los tribunales de base que conocen de asuntos de familia, trabajo, cobranza laboral y previsional, penal y civil, se presentaron más de tres millones y medio de procesos (+5,3%), mientras que en Apelaciones ingresaron 276 mil causas (+12,8).
Respecto a la Suprema, Brito reparó en una situación que se ha vuelto recurrente y que refiere a los múltiples fallos dictados en los últimos meses, donde se ordena al Estado -por Fonasa- o a isapres a financiar medicamentos de alto costo.
«La Corte Suprema registró más de 33 mil cuatrocientos ingresos, de los cuales 18 mil novecientos corresponden a apelaciones de recursos de protección en contra de las isapres.
Esta significativa cifra nos obliga a reiterar nuestra petición de que se otorgue una solución legislativa a este asunto», aseguró, indicando además que hoy hay 3 mil cien casos pendientes.
Brito entregó además un catastro también de casos por violación a los derechos humanos (DD.HH.) y manifestó su opinión sobre casos por manipulación de evidencia, además de los efectos del paro de Gendarmería, la acusación constitucional contra tres supremos y, en especial, algunos conflictos de competencias.
Problemas de competencia
En el último tiempo «han tenido lugar otros sucesos que han tensionado el actual diseño organizacional y normativo, lo que puede dificultar el ejercicio de potestades esenciales del Estado. Ello evidencia la necesidad de observar rigurosamente los límites insalvables de las distintas competencias», partió asegurando Brito sobre algunos choques entre instituciones.
Para ello, citó el fallo del Tribunal Constitucional que declaró inaplicable las normas del Código del Trabajo sobre tutela laboral en un proceso en que se pretendía unificar jurisprudencia en favor de una funcionaria municipal.
Recordó también la contienda de competencia trabada entre la Suprema y la Contraloría por el caso del régimen previsional de los funcionarios de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC):la primera había resuelto que a dichos trabajadores les correspondía Capredena, mientras que la segunda, había fijado en diversos dictámenes el criterio de que están bajo las AFP. Finalmente, y tras el respaldo del TC, el Senado respaldó al ente fiscalizador por 16 votos a favor y 12 en contra.
Los casos, aseguró el ministro, «reflejan la existencia de áreas cuyos límites requieren análisis y observación crítica que conduzcan a superar un estado de tensión que, de ser exacerbado, puede afectar la estabilidad y seguridad jurídica».
Y remató: «Se trata de decisiones en las que se juegan las características más propias de la juridicidad institucional; por lo mismo, de la mayor importancia para las estructuras de este orden. Conservando la autonomía y la independencia, y como garante de los derechos de todas las personas, el órgano jurisdiccional se ve obligado a no rehuir la decisión que se le requiere mediante las acciones establecidas por el constituyente y el legislativo».